Bullshit games: más partidos, menos fútbol

Liga de Campeones, Copa del Mundo, Mundial de Clubes, Liga de Naciones: ¿para qué sirven los cientos de partidos que nos ofrecen estas competiciones en constante expansión? Para nada, precisamente.

El mayor misterio del fútbol actual se resume en una sola pregunta: ¿por qué hay tantos partidos? El viernes, el sorteo de los grupos de clasificación para el Mundial 2026 fue como un vía crucis. Treinta años después del Mundial del 94 (y sus cambios en las reglas para complacer a las cadenas estadounidenses), el nuevo formato añade al circo habitual una confusión generalizada. Aguanten la respiración: 3 países, 16 ciudades anfitrionas, 12 grupos de 4, 8 mejores terceros clasificados (de 12) y un total de 104 partidos.

El sorteo de las eliminatorias de la zona europea de la semana pasada es solo el aperitivo de la indigestión que se avecina. Debido al solapamiento con una competición internacional a la que se le añadieron cuartos de final y play-offs (la Liga de Naciones), el sorteo no sorteó nada en absoluto. ¿Por qué? Porque el resultado final de esa competición, que nadie comprende, determinará el sorteo de otro cuadro igualmente nebuloso. Ni hablar del nuevo formato de la Liga de Campeones, diseñado por un algoritmo, o del Mundial de Clubes organizado por un hombre en zapatillas blancas. Por una vez, el sentido común está en boca de Deschamps: “Es complicado de entender para mucha gente.” No entender nada es, precisamente, el proyecto.

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Guardiola : el arte de no entender

La extraña serie de derrotas del Manchester City tiene el mérito de poner sobre la mesa el principal problema de la ciencia del fútbol: nunca se entiende nada.

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¿Qué está pasando? El Manchester City era un colectivo temible. Erigido como ejemplo para las generaciones futuras, Pep Guardiola era el mejor de los nuestros. El líder entre los líderes. Genio táctico y mago del fútbol, su rostro representaba la vanguardia del fútbol del futuro. En cuestión de días, el modelo cayó de su pedestal y el rostro del maestro se cubrió de cicatrices.

Cuando miramos a otros lados, la situación es aún peor. En 2022 era el héroe de una nación, y ahora es su chivo expiatorio favorito. Mbappé, se proclamaba, sería el nuevo Pelé. Su llegada al Real Madrid, celebrada por toda una ciudad en verano, es ahora cosa del pasado. Con el alma en pena, el chico de Bondy arrastra su melancolía por las bandas izquierdas de la peninsula. Algunos gestos de calidad apenas logran ocultar el mar de dudas en el que se pierde. Pelé se ha convertido en Pedro León.

En el fondo, se parece al Barça. Pensábamos haberlo recuperado la noche del Clásico ganado 0-4 en Madrid. El día de su 125 aniversario, cae (una victoria en cuatro partidos) contra un equipo que hace unas semanas estaba en zona de descenso, Las Palmas (1-2). Nota para más tarde: en diciembre de 2025, el fútbol se ha vuelto incomprensible.

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El dilema del fútbol en medio de la catástrofe: ¿solidaridad o evasión?

Cada vez que ocurre una catástrofe, el fútbol sale señalado. Tras las terribles inundaciones en Valencia, La Liga no se suspendió. Pregunta profunda: ¿es el fútbol algo serio?

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¿Debe el fútbol continuar cuando el pueblo deja de jugar? Las escenas apocalípticas han invadido las timelines y las notificaciones en España. La tragedia que se desarrolla desde la noche del martes en Valencia trae consigo imágenes de un juicio final. Las escenas son desgarradoras. Aquí, la multitud lanza barro a sus políticos. Allí, cae en los brazos de monarcas impotentes. En otro lugar, llora preguntándose cuántos cadáveres más habrá que contar (214 muertos hasta ahora). Hay algo conmovedor en ver a las multitudes organizarse contra la desgracia que acaba de golpearlas.

En medio de la desesperación, el fútbol ha cambiado de forma. Los estadios se han convertido en almacenes de alimentos no perecederos (Levante). Los entrenadores tienen el rostro de una región devastada (Vicente Moreno, entrenador valenciano de Osasuna, que se derrumba en una rueda de prensa), un club madrileño (el Atlético) toca el himno de Valencia en su estadio antes de un partido. Algunos jugadores se visten como empleados de limpieza (Vicente Iborra, Hugo Duro, Tino Costa, Roberto Soldado…) y vuelven a ser miembros anónimos del equipo de los náufragos del barro. En el corazón de las tinieblas, el campeonato ya no tiene ningún sentido. Sin embargo, la competición se ha mantenido en el resto del país. Tebas dijo “el mejor mensaje es no detenerse, salvo en las zonas afectadas”. Muchos se indignaron. Sin embargo, tiene razón.

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La relación entre Luis Enrique y los medios de comunicación

¿Cuál es la diferencia entre el trabajo de un entrenador y el de un periodista? Ninguna, en ambos casos, la misión consiste en comentar el trabajo de otros. Luis Enrique, otro reportero del montón .

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11S, Le Pen, Vox, cambio climático, salvajismo, pérdida de autoridad, despolitización, violencia en los estadios, impunidad de los ultras, Procés, despilfarro político, desinterés por el fútbol, piratería, deuda pública, Mediapro, COVID, la guerra en Yemen: es simple, al final de cualquier conversación siempre es culpa de los mismos, «los periodistas». Ya sea porque hablan mal de un tema del que «no saben nada», o porque no hablan de algo que claramente importa. Pero ojo, no estamos aquí para llorar. Ser responsable de todos los males del mundo tiene un punto casi euforizante. Basta con escuchar a un pressófobo como Luis Enrique para salir hasta motivado. El razonamiento es implacable: si todo es culpa de los periodistas, entonces los periodistas deben gobernar el mundo, ¿no? Q.E.D.

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Dime, Rodri, ¿para cuándo la huelga de los espectadores?

Los jugadores no paran de quejarse de los ritmos infernales. La industria del fútbol ha logrado un prodigio: convirtiendo a los jugadores en robots, nos ha convertido a nosotros en máquinas.

Todo bien por aquí, nos divertimos, contamos viejas historias mientras echamos un vistazo al marcador. Que maravillas tardes de fútbol con amigos. Venga, a por otra cerveza. Y de repente, el colega se levanta al estilo ‘Festen’ y suelta una bomba. Esto no tiene sentido «(un jugador no puede jugar) 60 o 70 partidos. Entre 40 y 50 partidos, un jugador puede competir al más alto nivel. Después, disminuyes porque no es posible mantener su nivel físico. Debemos cuidarnos, somos los protagonistas de este deporte, o de este negocio, sin importar cómo lo llames.» Tranquilo Rodri, siéntate. Venga tomate otra cerve. No, el amigo continúa «Si preguntas a cualquier jugador, te dirá lo mismo, es una opinión generalizada entre los jugadores, no solo la de Rodri. Si esto continúa así, llegará un momento en que no tendremos otra opción que parar todo.» Bueno. Antes de volver al fútbol, bajemos un poco el volumen y saquemos chupitos.

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El Lamborghini de Didier

Hay dos maneras de ver el fútbol: como lo ve Eric Cantona (ofensivo) y como lo ve Didier Deschamps (defensivo). Durante años todos los franceses lo veíamos como Cantona. Resulta ahora que todos lo vemos como Deschamps. Curiosa revolución. Lire la suite sur Elpais.com

Los hijos de Platini

El 9 de mayo, día en el que se confirmó la suspensión de cuatro años de Michel Platini, algo murió en la Francia futbolera. No se sancionó entonces solamente a uno de los dirigentes franceses con más prestigio —Platini es, con Zidane y mucho más que François Hollande, el francés más famoso del mundo— sino … Leer más